Nunca antes en la historia de la
civilización el ser humano ha tenido a su disposición tanta información como
hoy día; nunca antes ha sido tan fácil acceder a los miles de años de
conocimiento acumulado: apenas hace falta una pc, un dispositivo telefónico
móvil del tipo de los smartphones, o una tableta, conexión a internet y, voilà!,
podremos disipar cualquier duda, siempre y cuando exista una respuesta registrada
en alguna base de datos; con una simple búsqueda, en pocos segundos tendremos
la respuesta. El límite es la capacidad del dispositivo que usemos y la calidad
de la conexión a Internet.
En estas condiciones, uno se siente un
poco agobiado. Con tal abundancia de información, ¿En qué creer? ¿Cómo saber
qué es cierto y qué no lo es? ¿Cómo manejar toda esa información a nuestro
provecho? ¿Qué realmente nos sirve, cómo separar la señal del ruido? Allí
radica el núcleo de lo que se ha dado en llamar la “sobrecarga de información”,
aunque quizá sea más preciso hablar de “sobrecarga cognitiva”. El problema no es la abundancia de información
en sí; el problema es: ¿Cómo utilizo esta información? Con tantas opciones
disponibles, cuando necesito tomar una decisión, que probablemente tendrá
consecuencias fundamentales a largo plazo, ¿Qué información puede realmente
ayudarme a tomarla? Claro, aquí no nos referimos a situaciones extremas en las
cuales debemos decidir de inmediato; hablamos sobre las situaciones en las
cuales tenemos varias opciones informativas y tenemos tiempo para decidir qué
hacer con tal información. Con tantas variables flotando, no siempre es fácil
decidir.
Varias páginas tratan del asunto; muchas quizá,
lo que entonces, irónica aunque no sorpresivamente, se convierte a su vez en un
ejemplo de sobrecarga informativa; además de definirlo (mucha gente no sabe que
existe tal cosa como la sobrecarga de información, o en todo caso no sabe que
existe un término para ello) dan sugerencias y claves para manejarlo. Aquí los
enlaces y algunos puntos clave:
Hay un excelente
artículo en Infogineering sobre el tema;
considera los aspectos causales y da pistas para manejar el acceso a la
información:
o
Saber
administrar la búsqueda de información: buscar lo que realmente necesitamos
saber, no lo que “es interesante” y ya
o
Enfocarse en la
calidad, más que en la cantidad, de la información: referirse a fuentes
fidedignas, confiables
o
Economía
informativa: decir más con menos palabras
o
“Single-tasking”:
hacer una cosa a la vez
o
Desconectarse de
Internet/teléfonos/tv para concentrarnos en la tarea que tengamos delante
Margarita Tartakovsky escribió un artículo para Psychcentral
donde describe la llamada “parálisis analítica”, en la cual la sobrecarga de
información es tal que la mente simplemente parece congelarse; además enfoca la
sobrecarga cognitiva como la consecuencia más alarmante de la sobrecarga
informativa. Además de describir los síntomas psicológicos y efectos de la
parálisis analítica, incluye sugerencias muy útiles para aprender a manejar la
información a la que estamos expuestos; además, hace varias referencias al
libro de Lucy Jo
Palladino, Find Your Focus Zone: An Effective New Plan to Defeat
Distraction and Overload;
según ella, el manejo de la abundancia informativa debe incluir tres puntos
esenciales:
o
Descansos programados
o
Límites de búsqueda bien establecidos de antemano
o
Organización tanto del espacio físico como el virtual
Por su parte, Melanie Pinola, en un artículo publicado en about.com, sugiere otras tres estrategias para
manejar el exceso de información y reducir la sobrecarga cognitiva:
- En lugar de recibir
pasivamente correos y actualizaciones de redes sociales, configurar los
dispositivos móviles y las PC de forma que la búsqueda sea activa; es
decir, que busquemos, y no recibamos, las notificaciones (cambiar del llamado
modo "push" al modo "pull" de la administración de la
información)
- Aprender a utilizar
los filtros disponibles en las herramientas de búsqueda en Internet para
reducir y refinar la cantidad de información que se nos presenta
- Establecer “tiempos
de calma”, momentos alejados de cualquier fuente de información: no sólo
relajan la mente y el cuerpo, sino que además le permiten a uno asimilar
la información ya recibida y organizar búsquedas subsecuentes.
Hay mucha información sobre la sobrecarga de
información; ¡No queremos sobrecargarlos, más aún! ¿Qué piensan ustedes sobre el
tema? ¿Ha sido en algún momento un problema para ustedes? ¿Es fácilmente manejable o debemos aprender a
controlarla? ¿Cómo la controlan ustedes? ¡Escríbannos!
Ricardo Cárdenas
@kidentropia