¿Qué es la depresión mayor? (I)


Cotidianamente, cuando decimos que “estamos deprimidos” generalmente nos referimos a la tristeza normal, transitoria, provocada por eventos a los que todos estamos expuestos: por ejemplo, discusiones con seres queridos o compañeros del trabajo, o ciertas situaciones puntuales emocionalmente desagradables. 

De igual manera, es común que en nuestra vida diaria hablemos de “depresión” al referirnos a la tristeza mucho más intensa y de mayor duración que sigue a eventos vitales altamente estresantes, como la muerte de un ser querido, especialmente padres, hijos o cónyuges, divorcios o separaciones, una enfermedad incapacitante o terminal, desempleo inesperado o pérdidas materiales significativas y/o bruscas: este fenómeno psicológico, bien descrito, es conocido como duelo; dura aproximadamente dos meses, y en la mayoría de los casos forma parte del proceso de maduración normal de la psique, sin dejar secuelas permanentes. 

La depresión mayor, distinta de la tristeza común mencionada anteriormente, es una entidad clínica de la esfera afectiva, es decir, del ámbito de las emociones. La depresión mayor constituye uno de los problemas más comunes y de manejo más delicado a los que se enfrentan tanto el paciente, sus familiares y el médico tratante, usualmente el psiquiatra. No todo estado de tristeza equivale a depresión mayor: la tristeza normal es transitoria y el duelo, no complicado, también. La depresión mayor, por su parte, requiere atención por un especialista.

El paciente con depresión mayor no decide sentirse deprimido, del mismo modo que el paciente con cáncer no decide desarrollar la enfermedad, ni tampoco el paciente con diabetes ni el paciente con algún trastorno hereditario; es igualmente imposible para el paciente decidir “curarse” a voluntad, o “sentirse alegre”, y ya. Aceptar ello es un primer paso crucial para entender la complejidad del problema.

El diagnóstico se hace cuando al menos cinco de los siguientes síntomas han estado presentes durante el mismo período de dos semanas, y representan un cambio del funcionamiento previo de la persona; al menos uno de los síntomas es: a) humor deprimido o, b) pérdida de interés o placer:  

  1. Humor deprimido la mayor parte del día, todos o casi todos los días, indicado bien por reporte subjetivo (p.ej., sensación de tristeza o vacío) o por una observación efectuada por terceros (p. ej., apariencia triste o de llanto). 
  2. Interés o placer marcadamente disminuidos en todas, o casi todas, las actividades durante la mayor parte del día, casi todos los días (indicado bien por reporte subjetivo o por observaciones de terceros).
  3. Pérdida de peso significativa en ausencia de regimens dietéticos explícitos o ganancia de peso (p.ej., un cambio de más del 5% de peso corporal en un mes), o disminución o aumento del apetito casi todos los días.
  4. Insomnio o hipersomnia, casi todos los días.
  5. Agitación o retardo psicomotriz casi todos los días (observable por terceros, no mera sensación subjetiva de inquietud o de enlentecimiento).
  6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
  7. Sensación de inutilidad o culpa excesiva o inapropiada (que puede ser ilusoria) casi todos los días (no simplemente autorreproche o culpa por estar enfermo).
  8. Disminución de la habilidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi todos los días (bien por reporte subjetivo o por observación de terceros).
  9. Pensamientos recurrentes de muerte (no solo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico, o intento de suicidio o plan específico para cometer suicidio. 

Estos síntomas causan distrés o alteraciones clínicamente significativas en el desempeño social, ocupacional o en otras áreas importantes de funcionamiento del individuo; los síntomas no son el efecto fisiológico directo de alguna sustancia (por ejemplo, drogas de abuso, medicación) o una condición médica general (hipotiroidismo); y los síntomas no se explican por la pérdida de un familiar cercano, es decir, no se explican como parte del duelo normal. 

Sin duda alguna, este artículo no pretende, ni mucho menos, servir como compendio exhaustivo sobre la depresión mayor; en todo caso, podría considerarse como mera introducción al tema. En todo caso, es propicio señalar que la presencia persistente de alguno de los síntomas indicados anteriormente, sin que puedan ser explicados por eventos definidos, debe constituir motivo suficiente para buscar ayuda médica psiquiátrica. Existen incluso tutoriales interactivos para los pacientes. 

En una próxima entrada, discutiremos sobre el origen biológico de la depresión y las distintas opciones terapéuticas. Incluimos, a continuación, un excelente video de la Organización Mundial de la Salud, que ilustra la experiencia de la enfermedad en los pacientes con depresión: 



Ricardo Cárdenas



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